Con miedo del futuro

Entre los miedos más pendejos que uno puede tener está el miedo al futuro. Sin certezas del mañana, la seguridad en uno mismo decide esconderse. Y vienen los fantasmas para apoderarse del dormitorio y de la cabeza. Solo ronda una pregunta sin respuesta ¿Qué será de mí? Nada. Hay solo un eco que carcome hasta las paredes. La nada debe ser lo más horrible del mundo. Y viene la tristeza y las frustraciones y las horas pesan encima mientras afuera el mundo continúa cayéndose a pedazos. Como muestra, un presentador de televisión dice que asesinaron a un joven de 15 años por no dejarse robar. Y hoy nos enteramos que otro infeliz abuso de 8 de sus compañeras en una Escuela de Policía, una mancha más en esa “noble” institución.

Aunque se intenta continuar como si nada sucediera dentro del corazón y en mis pensamientos, pasa de todo. Porque nada es lo que era y los planes acá se cumplen poco o no se cumplen, según lo he notado. Todo pierde su sentido y su porqué mientras caigo en el infinito y me veo nuevamente frente al abismo. Como tantas veces no hay un milagro que me saque del pozo donde apenas llega la luz, donde no puedo ser yo. Hasta que el agua empieza a caer.

La calma llega con pereza y tarde. Capaz es ecuatoriana, no lo sé, pero esa costumbre me resulta bastante conocida. Pero llega y eso me alivia. Y me tranquilizo sin recurrir a la nicotina caminando para ya no pensar más. En el fondo sé bien que no podré huir de mi por más rápido que corra. Hay que hacerse cargo de esta vida que me tocó, que tiene sus matices, donde el futuro es una parte apenas, que llegará como ha llegado a eso que hoy es un presente.

Y no es que la esperanza sea desde este alivio una bandera que portar; no duele tanto al menos por hoy. Yo sé muy bien que hay golpes más duros en la vida que temerle al futuro, pero en la exageración tengo ya una maestría ganada. Así soy. De una vez les digo para que no se sorprendan. Lo único que puedo comentar es que la suposición, cuando se trata de ti mismo, es una enemiga. Esta infiltrada para impedirte ser como un autosabotaje.

 Agradezco si, que haya personas en mi vida dispuestas a sostenerme ante ese abismo sin fondo, ante el horror del no saber qué hacer. Ante la nada se enfrenta la confianza y el amor. Noten que no es un romanticismo o la exaltación a la familia, sino la exposición de la lealtad en una de sus más bellas expresiones. Porque enfrentar los miedos no es una tarea sencilla. La compañía sincera es bienvenida.

Y, por último, uno puede estar jodido, pero tampoco joderse por adelantado. (No debería).

 

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