Una declaración tardía de amor
Un beso tuyo y me hubiera derretido, como un helado en el sol de Quito a mediodía. Tu piel tan blanca tenía un aroma especial y tu sonrisa picaresca me hizo rendir tantas veces. Esa boca de fresa y el cabello negro muy largo. Miro tu foto y apenas parece que han pasado 15 años desde que te vi (esa suma es la que tengo, mi memoria es una bola de estambre que se mueve a su antojo). Ocurre que apareciste de pronto entre mi lista de pendientes y las lluvias que no paran.
No creo
que hayamos sido Romeo y Julieta. Jamás hubiese tomado veneno por ti, ni
por nadie. Para purgarme las penas, el alcohol ha sido suficiente alivio para
mis tormentos. De suerte no lo supimos ni tu ni yo. Ni me transforme en ningún
poeta ni tú en la diosa de mis días y noches. Sigues siendo sí, ese amor que
no pudo ser. Un regalo que jamás pude abrazar. No me interesa ya si fui o no
correspondido porque ya perdí.
Que
triste escribir lo que nunca jamás sucedió, pero anhelo. Como recuerdo tu falda
encima de la rodilla y los versos simplones que te regalé. Tu sonrisa en medio
del parloteo de adolescentes en cualquier clase. No importa cuál fue la
materia, tú siempre mantenías mi atención. Eras, sin duda, la muñeca del salón.
Yo, por supuesto, esa esfinge que solo miraba quedo tu luz. Aún recuerdo el
manojo de nervios que era al hablarte. ¡Qué romántico me he puesto!
Tu
nombre lo sé de memoria, pero tranquila que no te pienso avergonzar. Este
espacio está dedicado para mi expresión, no a la exposición sin escrúpulos de amores que no
fueron. Las vergüenzas acá van a sobrar por lo que presiento. Esto de exponer
mis recuerdos en frases me suena a quedarme en calzoncillos en plena calle. Solo
que en la vía pública se juzga únicamente el exterior del ciudadano. Aquí estoy
quemando mis naves (valiendo paloma, pues).
¿Soy yo
volviendo a ti o es tan solo la declaración del adolescente que te adoró con
celo? Del tonto aquel que no pudo sostener un "Quieres ser mi novia"
en los labios. Por miedo al miedo, por escuchar más tonterías que lanzarme al
vacío de ti. Porque agüevarse es más cómodo, maldita sea. Voy a seguirme justificando
porque hacerse la víctima es muy varonil y muy humano también. Lo sabe bien el
pobre de Gerard Piqué.
Tu
recuerdo es bueno y no hiere. Esa es la virtud de que estés en mi mar de pensamientos.
Ni siquiera me he atrevido a colocar las brutalidades que acostumbro en otros
textos. (Obviemos lo del futbolista español y amén de la política) Quiero
atrapar este momento los besos que no nos dimos y nada más. Te devuelvo al
lugarcito que ocupas y donde espero sigas presente para sonreírme de nuevo.
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